La belleza de un camino inesperado: Carta a una mamá que espera a su bebé
- silkehorn
- 17 oct 2024
- 3 Min. de lectura

No será un camino fácil, en lo absoluto. Tu vida dará un giro tan profundo que cambiará tu forma de ver el mundo. Habrá quienes te juzguen, cada persona te ofrecerá su opinión sobre cómo criar a tu bebé, y tú misma te juzgarás incontables veces. Habrá días en que despertarás sin amarte lo suficiente, te mirarás al espejo y quizá no reconocerás a la persona que eras antes. Te sentirás cansada, frustrada. Perderás algunas amistades que pensabas que durarían para siempre, y rechazarás planes que antes te ilusionaban. En ciertos lugares, sentirás que ya no encajas, porque tu vida ahora es otra. Tu salud mental enfrentará desafíos, y habrá días en los que ni siquiera sabrás quién eres. La paciencia estará siempre al límite, y desearás que el tiempo pase más rápido, que las noches sin dormir se vuelvan un simple recuerdo. Tu tiempo en soledad se convertirá en un vago eco del pasado.
Pero hay una razón por la que todos celebran la llegada de un bebé, aunque sepan que el camino no será fácil. No es para halagarte, ni para llenarte de expectativas: esas personas, muchas de ellas, ya han recorrido ese sendero, ya conocen los retos y las maravillas que encierra.
No será un camino fácil, en absoluto. Será un camino de mucho esfuerzo y sacrificio, pero cada día recibirás la mayor de las recompensas: desde el primer latido en tu vientre, se te ha otorgado el título de "mamá de alguien", y esa es una palabra que resuena como un susurro en el alma. Nada que valga la pena llega fácilmente. Los senderos sinuosos y a veces oscuros son parte de las mejores historias de la vida, y para mí, una de las mejores historias es el viaje de la maternidad.
Escucha a todos, pero no hagas tuyas todas sus opiniones. Las madres tenemos ese instinto que nos guía hacia lo mejor para nuestros hijos. Acepta los consejos que resuenen contigo y despide con una sonrisa aquellos que no te sirvan.
Te juzgarás a ti misma una y otra vez, desde el momento en que te conviertes en madre y a lo largo de cada etapa, incluso cuando ellos tengan su propia vida, lejos de ti. Sé amable contigo, sobre todo en los días en que sientas que podrías hacerlo mejor. En esos momentos, ámate más que nunca. Recuerda: si mamá está bien, toda la familia lo estará. Ten la certeza de que estás haciendo lo mejor que puedes, y eso es suficiente.
Algunas amistades se alejarán, pero no las perdiste. Solo se han tomado una pausa. Acepta que todos necesitamos nuestros tiempos, y que tú has cambiado al convertirte en madre. Si el destino lo quiere, la vida los volverá a juntar. Si no, déjalas ir con amor y gratitud por el camino compartido. Nuevas personas llegarán, con las que podrás compartir vivencias y aprendizajes, y descubrirás que no estás sola.
Tu salud mental será puesta a prueba, pero eso no es signo de debilidad. Has dado vida a un ser nuevo, y eso transforma cada rincón de tu mente. En los días de vulnerabilidad, cuídate con ternura, porque estás cumpliendo la misión más grande de la vida: criar a un ser que depende completamente de ti.
La paciencia se pondrá al límite, y desearás que el tiempo avance rápido. Pero cuando mires atrás, te darás cuenta de que ha pasado más veloz de lo que imaginabas. Anhelarás esos momentos en que solo tu abrazo podía calmar a tu bebé, cuando tu pecho era su refugio, su hogar. Disfruta tanto de los días soleados como de las tormentas, porque sí, el tiempo corre demasiado rápido, aunque no lo deseemos.
Tu cuerpo cambiará, y qué bendición que lo haga. Es la prueba viva de que, a través de ti, se creó una nueva vida. Cada marca, cada cicatriz, es un recordatorio hermoso de lo que fuiste capaz de hacer.
La soledad será solo un recuerdo, porque nunca más estarás sola. Tendrás a tu lado a un pequeño que te acompañará en una parte esencial de tu vida. Al principio, abusará de tus brazos, buscando tu calor a cada segundo, y más adelante querrá caminar por sí mismo, aunque siempre volverá a tus brazos, porque allí encuentra su refugio. Crecerá y, con cada logro, te buscará. Sabrá en su corazón que ha llegado lejos porque tú estuviste allí, desde el principio, desde que solo necesitaba tus abrazos.
La maternidad es, en esencia, un viaje. Un viaje que merece ser disfrutado a pesar de la responsabilidad que implica. Escucho a menudo la pregunta: "¿Cómo te gustaría que te recuerden cuando ya no estés?" Desde que soy madre, mi respuesta es clara: si mis hijos pueden decir que fui una buena madre, habré cumplido mi misión en la vida.
Con amor.
Silke
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