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¿Puedo devolver al bebé?

  • Foto del escritor: silkehorn
    silkehorn
  • 5 jun 2024
  • 2 Min. de lectura


Luciano, mi primer hijo, fue un niño planificado y muy esperado. Cuando con mi esposo llevábamos cerca de tres años de casados, se nos presentó esa extraña y maravillosa sensación de que ya no queríamos ser solo dos. Mi embarazo fue saludable y fue una etapa que siempre recordaré con mucho amor. Sin embargo, como a la gran mayoría de las madres primerizas, me causaba mucha curiosidad y ansiedad el saber cómo sería nuestra vida una vez que tuviésemos a nuestro pequeñito en casa. Me la pasaba gran parte del día buscando información sobre maternidad, asistiendo a cursos, organizando la habitación, eligiendo sus primeras ropitas. Todo parecía estar organizado y controlado.


Pero la realidad es que nada ni nadie te prepara para hacer frente a todo lo que conlleva convertirse en padres. Pasamos nueve meses, en el mejor de los casos, deseando ver el rostro de nuestros hijos, y de repente, nos encontramos en una fría sala de hospital, y nos damos cuenta de que ese sueño tan anhelado está a punto de cumplirse, y en eso, un sentimiento de pánico y ansiedad se apodera de nuestro ser, un sinfín de emociones se generan como un carrusel que no para, y de repente, escuchas ese melodioso sonido que nunca olvidarás, el primer llanto de tu bebé. Y lo tienes ahí, en tus brazos, piel con piel, y ahora, todo empieza.


Mi experiencia fue tal y como la describo más arriba. Mi cesárea fue rápida y exitosa. Tuve solo algunos minutos de contacto con mi pequeño luego de su nacimiento, posterior a ello fui derivada a la habitación donde debía esperar la llegada de ese ser que cambiaría mi vida para siempre. Y lo vi entrar, con la ropita que le había elegido hace muchas semanas atrás. Y allí estaba yo, sin entender aún bien que estaba ocurriendo. Y por mi mente pasó una sola cosa: ¿Puedo devolver al bebé? No lo mencioné en voz alta, pero lo pensé repetidas veces y me sentí muy culpable por esos pensamientos. En esos instantes que duró ese deseo, hubiese dado lo que fuera para que mi niño vuelva a estar dentro de mi vientre por un tiempo más hasta sentirme más preparada. ¿Lo haré bien? ¿Seré la madre que Luciano merecerá tener? ¿Qué tanto cambiará mi vida? ¿Como combinaré mi maternidad con mi trabajo y otras tareas?

La Ansiedad haciéndose presente como una navaja despiadada que atravesaba mi ser, sin darme tregua de respirar y buscar respuestas con calma. Lo tomé en mis brazos y me perdí en su rostro, yo era su sitio seguro. Recordé las palabras de mi madre cuando durante mi embarazo buscaba consuelo a mi pánico. "Alles wird so sein, wie es sein sollte" (Todo será como debe ser).


Y fue exactamente así, todo fue y está siendo como debe ser. Todo se acomoda; tantas veces nos preocupamos por cosas que probablemente nunca ocurrirán y nos olvidamos de disfrutar del proceso. No esperemos a llegar a la meta para disfrutar de ella, la felicidad está en regocijarse durante el viaje y saber ver y apreciar las señales. Porque nada dura para siempre, ni lo bueno, ni lo malo. Enfócate en el ahora.


¡Lo estás haciendo bien mamá!


Con Amor.


Silke

 
 
 

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