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"Tres días más"

  • Foto del escritor: silkehorn
    silkehorn
  • 30 ago 2024
  • 2 Min. de lectura


Hace unas semanas vi una película titulada Tres días más. La historia gira en torno a un matrimonio que, aunque se amaban y mantenían una buena relación, habían dejado de ser una pareja apasionada para convertirse en un equipo que funcionaba en piloto automático. La rutina había apagado la chispa que alguna vez los unió.

Sin embargo, una tragedia golpea cuando la esposa fallece en una circunstancia desgarradora. Consumido por el dolor, el esposo es visitado por un ángel, quien le ofrece una oportunidad inesperada: tres días más junto a su mujer, una ocasión para revivir los momentos perdidos y sanar las distancias que la vida había impuesto entre ellos.

Durante esos tres días, el esposo se esfuerza por aprovechar cada instante, con la esperanza de corregir los errores del pasado y redescubrir el amor que los unía. Pero al final, sucede algo sorprendente: la esposa no muere. Ambos reciben una segunda oportunidad, una vida renovada en la que aprenden a valorar cada momento, cada gesto, y cada palabra.

Finalmente, la pareja tiene un hijo, simbolizando un nuevo comienzo y la lección que la vida les ha enseñado: que el amor necesita ser nutrido día a día, y que nunca debemos dar por sentado el tiempo que compartimos con quienes amamos.


Creo firmemente que los milagros ocurren todos los días. El simple hecho de poder levantarnos y respirar es, en sí mismo, un milagro. Sin embargo, hay una certeza inevitable: la oportunidad de volver a estar piel a piel con una persona una vez que se haya ido es imposible. Por eso, el momento es ahora.


La vida no se detiene, no ofrece treguas. Cada segundo es una oportunidad única e irrepetible. Es crucial que entendamos la importancia de despedirnos con un beso, con un abrazo, con la certeza de que nos volveremos a ver más tarde, pero también con la intensidad de que podría ser la última vez.


Es hora de dejar a un lado el ordenador, de silenciar el teléfono y de bailar juntos una melodiosa canción. De jugar a esos juegos que tus hijos tanto anhelan, de compartir con ellos esos momentos que atesorarán siempre. Es momento de dejar de preocuparnos por cosas que aún no han ocurrido y que, quizás, nunca ocurran, y de ocuparnos del presente, del ahora.


La vida se construye en esos pequeños instantes de conexión, en los gestos de amor y en la presencia plena. No hay mejor momento que este para demostrar lo que sentimos, para vivir con la intensidad que el ahora nos demanda. Porque en este preciso instante, en este suspiro de vida, se encuentra todo lo que realmente importa.


Con amor


Silke

 
 
 

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