Cinco corazones, un destino.

Hoy cumplo 35 años. Al mirar hacia atrás, siento una profunda gratitud por todo lo que la vida me ha dado, lo bueno y lo no tan bueno. Las cosas buenas, esas que todos merecemos, siempre llegaron a mí de una forma casi generosa, tanto que a veces me pregunto si realmente merecía tanto bien. Pero luego recuerdo que estamos destinados a la felicidad, y cada momento de dicha que viví, cada sonrisa y cada instante de paz, sí, los merecí todos. Y sigo mereciéndolos día a día.

Sin embargo, en lo más profundo de mi corazón, agradezco más aún las dificultades que atravesé. A menudo me han preguntado por qué mi blog se llama "Maravillosa Ansiedad". Y es porque, para mí, la ansiedad ha sido maravillosa. Me mostró la fortaleza que habita en mí, me hizo descubrir que aquellos miedos que me paralizaban no eran más que fantasmas que, en su mayoría, jamás se materializarían. Me levanté tantas veces después de caer, y en cada caída aprendí una lección que me permitió vivir más plenamente. Las adversidades, esos momentos que nos rompen, son las semillas que nos hacen florecer.

Un diagnóstico médico inesperado nos empuja a replantear nuestra vida. La pérdida de un ser querido nos enseña a abrazar más fuerte a quienes aún están a nuestro lado. Cada herida que en su momento dolió, hoy es una cicatriz que llevo con orgullo, porque me recuerda lo lejos que he llegado.

Pero sin duda, los últimos 15 años de mi vida han sido mi mayor tesoro. En ellos conocí el amor más puro e incondicional, un amor que nunca imaginé que merecía. De ese amor nacieron mis dos hijos, el regalo más precioso que la vida me ha dado. Y hoy, con el corazón rebosante de emoción, nos preparamos para recibir una nueva vida. Seremos cinco, un pentágono perfecto, unidos, nosotros contra el mundo, hasta que Dios decida que es nuestro tiempo de partir de este maravilloso viaje.

Gracias, vida, por cada enseñanza, por cada alegría, y por cada nuevo comienzo.