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El que se picha, pierde

  • Foto del escritor: silkehorn
    silkehorn
  • 6 ago 2024
  • 2 Min. de lectura

Una de las frases infaltables cuando de niña salía a jugar con mis amigos entre charcos y extensos prados que parecían no tener fin era "el que se picha, pierde." Esta expresión significaba que, si nos molestábamos por perder algún juego, además de fracasar, también perdíamos el respeto del grupo por ser "el pichado." Por eso, siempre procurábamos usar toda nuestra astucia para evitar enojarnos (o al menos no mostrarlo) y así poder seguir participando en las travesuras planificadas.


Esto era parte de un simple juego infantil que, de manera subliminal, nos preparaba para la vida. En aquel entonces, si te molestabas, perdías una tarde de juego por no controlar tus emociones. Como adulto, la falta de control emocional puede llevarte a perder aspectos importantes de tu vida.


Durante muchos años, me dejé llevar por sentimientos de ira y rencor que me llevaron a vivir una vida al límite de mi ansiedad. Sin embargo, llegué a comprender lo dañinos que eran y que no contribuían a mejorar mi vida; al contrario, estaban convirtiendo mis días en miserables. Superar estos sentimientos no se logra de un día para otro, pero cuando lo consigues, puedes vivir de manera plena y feliz. Decidí hacer este cambio en mi vida, especialmente porque me convertí en madre. Nuestros hijos son una extensión de nuestras vidas y merecen recibir un legado de amor.


Las personas que permiten que el enojo y el rencor dominen sus vidas son las más perjudicadas. Llevar una carga tan pesada sobre los hombros no es fácil, ya que consume lenta pero vorazmente. El impacto negativo en la salud mental es significativo, generando estrés, ansiedad y depresión, lo que agota en exceso y dificulta disfrutar de la vida. Además, afecta las relaciones interpersonales y el crecimiento personal, hasta que finalmente se manifiestan los problemas de salud física, conocidos como somatización, simplemente por no haber tenido la voluntad y valentía de cerrar etapas. Vivimos en una sociedad donde tendemos a responsabilizar a los demás de nuestros problemas, sin reconocer que nadie puede ayudarnos si nosotros mismos no tomamos la iniciativa.


Si el rencor se ha convertido en un componente habitual de tu día a día y está afectando negativamente tu calidad de vida, te recomiendo buscar apoyo profesional y considerar implementar cambios significativos en tu vida. Pero lo más importante, es que realmente quieras hacerlo, todo cambio empieza en ti.


Con amor.


Silke

 

 
 
 

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