
Navidad en julio
- silkehorn
- 31 jul 2024
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 6 ago 2024

Una mañana del mes de julio, nuestros hijos se levantaron con una brillante idea en mente, preparar una "mini Navidad". Y es que ese día era el cumpleaños de su papá, y como sabían que su festividad favorita en el año era esa preciosa época de diciembre, optaron por adelantar un poquito los tiempos para poder agasajarlo. Rápidamente aparecieron luces, adornos y todo tipo de decoraciones que fueron montados al unísono en un pequeño árbol navideño. Fue extremadamente emocionante notar la alegría de los niños cada vez que lograban colocar un adorno. Y allí nos encontrábamos una vez más, experimentando un inolvidable evento en familia.
Y es que la felicidad se reduce en esos pequeños momentos que te nutren y magnifican, un árbol ya bastante torcido, al cual incluso le faltaban algunas ramas, adornos desgastados, luces intermitentes, y la sonrisa gloriosa de dos niños que saltaban alegres por haber logrado adelantar la Navidad, era todo lo que necesitábamos. Resumido en una sola palabra, fue mágico.
Considero que la primera enseñanza que debemos impregnar en nuestros hijos es que se atrevan a soñar sin límites. Abrirle paso a la imaginación, les ayudará a lograr grandes cosas y todo aquello que deseen.
En repetidas ocasiones, estamos tan pendientes de lo que la sociedad nos impone como plan de vida, que nos olvidamos de qué es lo que realmente queremos para nosotros. Nos vestimos de una forma que agrade a los demás; construimos una casa asegurándonos de que sea más bonita que la del resto y evitamos recordar que más que una casa, lo que más importa es tener un hogar. Formamos pareja, nos casamos, tenemos hijos, terminamos una carrera siempre luchando por cumplir los tiempos pactados por la sociedad, y en esa corrida por ganar al reloj nos olvidamos de amar. Nos olvidamos de ser como niños y por más de que en nuestro corazón anhelemos celebrar la Navidad en julio, no lo hacemos por temor al qué dirán.
El montaje de la "mini Navidad" solo duró un día, y fue suficiente. Al día siguiente de haber colocado el árbol, lo volvimos a guardar con la promesa de volvernos a ver en diciembre (o quizás un poco antes). Y de allí derivó una nueva enseñanza para todos. Todo tiene un comienzo y un final. Disfrutar mientras dure y aceptar y agradecer cuando termine, esa es la misión. Milagros ocurren a cada momento, y hay que estar atentos para saberlos apreciar.
Con amor.
Silke
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