Piscina Tsunami
- silkehorn
- 14 jun 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 14 jun 2024

Hace unos meses compartimos con nuestros hijos un viaje a un maravilloso Parque Acuático en la ciudad de Maringá, Brasil. Fue un fin de semana muy especial, el cual, al menos nosotros los padres, siempre lo tendremos en el corazón y en nuestros pensamientos. Quizás los niños recuerden a futuro muy poco de todo lo que han vivido allí, pero siempre me gusta creer que en ellos quedarán impregnadas las sensaciones de haber compartido un sublime viaje en familia.
El atractivo principal del lugar era la Piscina Tsunami. Una playa artificial que simulaba el oleaje del mar de una manera tan realista que uno podía sentirse literalmente contemplando una majestuosa masa de agua. Las olas de gran magnitud rompían en la orilla con furia, una tras otra. Y luego calmadamente tomaban cada formación de agua para devolverla al mar artificial. Como nuestros hijos aún son pequeños, nos limitamos a observar cerca de la orilla el sorprendente espectáculo. Muchas valientes personas se animaron a penetrar más profundo y a luchar contra las salvajes olas con éxito; otras daban batalla, sin embargo, eran arrastradas por las mismas hasta la orilla. Como el impacto de las olas era bastante considerable, decidí sentarme a espalda de ellas, pero esto no fue muy conveniente debido a que al momento de que las olas se acercaron estas me empujaron con fuerza hacia la orilla provocándome un pequeño raspón en una de las piernas.
Cuento esta anécdota solo a efectos de metáfora, ya que me hizo reflexionar sobre muchas situaciones. Generalmente en la vida, preferimos no enfrentar las adversidades y le damos la espalda a nuestros problemas. Nos mantenemos en nuestra zona de confort, sin darnos cuenta de que, al no pelear las batallas de la vida y no ocuparnos de nuestros problemas, nos estamos lastimando aún más. A lo largo de mi vida tuve muchos miedos, el primer recuerdo que tengo es que cuando tenía unos tres o cuatro años, me aterraba la idea de hacerme mayor y fallecer, la idea daba vueltas y vueltas en mi pequeña cabecita y como no rompí con ese patrón negativo a tiempo, me volví una persona insegura con muchos miedos más, en su mayoría sobre situaciones que probablemente jamás ocurrirán.
Mis miedos son esas olas a las que veo venir a lo lejos, sin embargo, hoy ya no estoy en la orilla esperando el impacto de espaldas a ellas, las espero de frente con fortaleza. En algunos casos logro vencerlas, pero en muchos otros me arrastran hasta la orilla, pero cuando me encuentro allí, ya con pocas fuerzas, estas olas se calman, y vuelven tímidamente al mar, quizá avergonzadas porque las enfrenté. Me gustar imaginar y sentir esto, ya que cada batalla, deja a su paso un montón de cicatrices, prueba del esfuerzo y la perseverancia.
Desafía a las olas de tu vida, hazles saber que eres fuerte y que te mantendrás firme a pesar de que te derriben una y mil veces. Toma las decisiones que debes tomar, da ese abrazo que no pudiste dar, ofrece ese beso que no te animaste a regalar, haz ese llamado que tanto te cuesta realizar, emprende ese negocio que tanto anhelas empezar, perdona y pide perdón y por sobre todo perdónate a ti mismo. Y luego de cada reto, de cada decisión tomada, espera con paciencia, que el mar devolverá a la profundidad todos los pedacitos que han quedado de ti y serás una nueva persona, con un nuevo corazón y una nueva vida. Lucha y se paciente.
Me despido compartiendo algunas interrogantes que todos deberíamos preguntarnos:
¿Qué situaciones de mi vida considero un problema?
¿Qué situaciones de mi vida me generan temor?
¿Qué estoy haciendo para ocuparme de esas situaciones?
Con amor.
Silke
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