Un loco de remate
- silkehorn
- 15 jun
- 2 Min. de lectura

Dicen que con un poco de locura, el mundo se vuelve más bonito y más fácil de disfrutar. Si eso es verdad, entonces mi esposo es la prueba viva de que esa locura vale la pena.
Él es un loco en el mejor sentido de la palabra. Casi nunca lo verás sacando fotos en un evento, porque él está ahí, viviendo el momento con intensidad, disfrutando cada segundo como si supiera que la vida es solo un ratito.
Se convirtió en papá por primera vez en 2019, pero yo ya lo sabía mucho antes: iba a ser el mejor padre que nuestros hijos pudieran tener. Y así fue. Así sigue siendo.
Recuerdo sus ojos ese primer día, compartíamos el mismo miedo, esa mezcla de susto y esperanza que trae la paternidad. Pero también compartíamos la certeza de que lo haríamos bien. Y lo hicimos. Lo estamos haciendo.
A veces parece indiferente al mundo, pero en realidad es profundamente sensible. Tan sensible que, para protegerse, prefiere no cargar con cosas que solo traen dolor. Como él dice, hay preguntas que no tienen respuesta, y está bien dejarlas pasar.
Verlo con nuestros hijos es mágico. Cuando está con ellos, está de verdad. No hay pantallas, no hay distracciones. Solo ellos, sus risas, sus preguntas, sus aventuras. Sabe que en un pestañeo se harán grandes, y por eso se entrega por completo a cada instante.
Los está preparando para un futuro incierto, pero también para ser fuertes, libres y, sobre todo, felices. Porque esa es su mayor enseñanza: que la vida, incluso con todo lo que no entendemos, vale la pena ser vivida con alegría.
Y hay algo más. Algo profundamente personal.
Gracias a él, comprendí por primera vez el verdadero sentido de tener un padre. Con su forma de amar, de cuidar y rompí muchos paradigmas del pasado. Y pude ver, cada día, una escena maravillosa: la de un papá presente, amoroso, que acompaña con ternura y firmeza a sus hijos.
Y yo no puedo más que agradecer. A la vida. A él. Por haber llegado a mi camino y haberse convertido en el hombre más maravilloso para nuestra familia.
Como siempre le digo: gracias por ser un loco de remate. Gracias por contagiarnos un poco de esa locura tuya que nos recuerda, cada día, el verdadero sentido de la vida.
Feliz día del padre.
Con amor, Tu esposa y tus hijos Luciano, Franco y Martina.
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